Los nefastos desequilibrios de una globalización sin alma, nos hace víctimas de un materialismo salvaje.
El hombre ha dejado de ser la prioridad esencial, para ser considerado lamentablemente, un producto más en la doctrina del mercado, y lo que es peor aún, ignorado hasta ser colocado en las góndolas del descarte...
El hombre es sacudido al vaivén que decretan los grupos más poderosos según mejor convenga a sus intereses, y por ello, manipulado, engañado, confundido con los jolgorios con los cuales es engolosinado primero para no dejarlo pensar, y condenarlo después, a quedar expuesto a sus oscuros propósitos...
No les conviene que se retome la senda del despertar cultural y la reafirmación de valores, pues ello conspira contra sus propósitos sin alma, que pretenden familias desintegradas, para que sus hijos salgan a la vida debilitados, con rebeldías mal inspiradas, confundidos, embriagados, hasta convertirse en presas fáciles de las trampas que les tienden con artera alevosía...
Por todo ello, nunca será suficiente lo que hagamos para contrarrestar el oscurantismo cultural reinante, que nos priva de la libertad plena, sin la cual no se abrirá paso la dignidad que debemos conquistar...
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