La irreversibilidad del tiempo se lleva un año más, hacia el archivo de la historia.
Y también se va lo que hemos hecho, junto a lo que no intentamos.
Pero ese tren que jamás se detiene, tiene en reserva otros vagones que se adhieren a la tracción que se pone en marcha para ofrecernos, una vez más, la revancha que no pudimos o no supimos aprovechar.
No se trata de verlo pasar en forma indiferente, en actitud contemplativa como si no jugáramos en la contienda de la vida, ignorando "que en nosotros está y no lo valoramos" el potencial inmenso de que nuestra vida se adormezca en forma definitiva en las carpetas del olvido..., por habernos conformado con ser espectadores de la existencia y no protagonistas cuando nos han dado todo para obtener un resultado y generar al menos algún recuerdo que no nos deje morir...
Yo al menos tengo conciencia de haber transpirado la camiseta de la vida, y en cada aurora, renuevo mi entrenamiento con ese propósito, dado que siempre supe, que dependía de mí que no me excluyeran del plantel, y que no se me tuviera en cuenta ni siquiera un minuto, para salir al campo de juego por mi cobarde complicidad de ser un desertor, en los intentos supremos cuando se trata de participar en la contienda del amor y la superación...
Sería nada más que flotar en la piscina del transcurrir, mirando siempre al mismo cielo con indolencia, mediocridad y desprecio, sin dar gracias, por la maravilla de la vida que se nos ha dado. Y sería también, la culpable postura de negarse la búsqueda de horizontes nuevos que siempre están en lo alto y dejar que el ser se vaya muriendo sin desafíos, en la atrapante anquilosis del abandono que lo va sepultando poco a poco...
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