Durante toda mi vida la ansiedad ha acompañado mi caminar. No es que ahora por la edad esa condición se multiplica.
Soy plenamente consciente, que en el presente de mis años vividos, tengo menos paciencia cuando me enfrento a circunstancias y a personas que no comulgan con el verdadero sentido que yo le adjudico a la existencia, y es allí, donde mis rebeldías se acentúan para resistir, y jamás desfallecer...
Y aunque pueda parecer una paradoja, esa misma forma de ser que me lleva al despertar cotidiano tan renovador como desafiante por el que doy gracias en cada amanecer, es a su vez, una de mis mayores preocupaciones pero no por mí, sino por mis seres queridos cuando tengan que enfrentarse al irreversible transcurrir que a mí también pueda llegar a alcanzarme con algún grado de declinación, más allá de mi inclaudicable resistencia y de los esquives que permanentemente le haré en todo cuanto esté a mi alcance.
Remaré incansablemente mar adentro, repetiré hasta el cansancio el proverbio chino: "qué curioso es el hombre, nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere...", porque desde el fondo de mi alma siempre estaré sintiendo los ecos del canto a la esperanza escrito en el pentagrama del amor, dado que siempre he tenido muy claro, que es el único sentido, el más común de los sentidos, por el que se nos ha dado esta maravilla de la vida, además, único sendero para aproximarnos a la gloria que está en una dimensión sin tiempo, en un eterno presente que no se le regala a nadie, porque hay que conquistarlo...
Soy plenamente consciente, que en el presente de mis años vividos, tengo menos paciencia cuando me enfrento a circunstancias y a personas que no comulgan con el verdadero sentido que yo le adjudico a la existencia, y es allí, donde mis rebeldías se acentúan para resistir, y jamás desfallecer...
Y aunque pueda parecer una paradoja, esa misma forma de ser que me lleva al despertar cotidiano tan renovador como desafiante por el que doy gracias en cada amanecer, es a su vez, una de mis mayores preocupaciones pero no por mí, sino por mis seres queridos cuando tengan que enfrentarse al irreversible transcurrir que a mí también pueda llegar a alcanzarme con algún grado de declinación, más allá de mi inclaudicable resistencia y de los esquives que permanentemente le haré en todo cuanto esté a mi alcance.
Remaré incansablemente mar adentro, repetiré hasta el cansancio el proverbio chino: "qué curioso es el hombre, nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere...", porque desde el fondo de mi alma siempre estaré sintiendo los ecos del canto a la esperanza escrito en el pentagrama del amor, dado que siempre he tenido muy claro, que es el único sentido, el más común de los sentidos, por el que se nos ha dado esta maravilla de la vida, además, único sendero para aproximarnos a la gloria que está en una dimensión sin tiempo, en un eterno presente que no se le regala a nadie, porque hay que conquistarlo...