sábado, 13 de septiembre de 2014

Vivir en un mundo sin alma...

No es de ahora, pero en este presente se han multiplicado  las malas artes, hábitos inconcebibles y crueldades contra las cuales nos tendríamos que superar cada vez más, para defender la maravilla de la vida abriéndole cauces nuevos a las nuevas generaciones, que tendrán que vivir en un mundo sin alma...

Aparecen extremismos fundamentalistas, se enajenan conciencias que vienen desde el martirio de las desesperanzas, se explotan vilmente a jovencitas como esclavas sexuales, se colocan a niños armados en la primera línea de batalla en los conflictos armados, se asesina impunemente en vivo y en directo, se producen abastecimientos tramposos de armamentos sofisticados y se declaran "guerras" porque hay que colocar los arsenales de la muerte al tiempo que se usurpan posiciones estratégicas, y con hipocresía mayor , se resuelven luego programas de reconstrucción sobre las ruinas y miserias que han dejado con la devastación.

Todo está teñido por intereses mezquinos y cálculos ocultos, desvaríos infernales y desfachatados, flagrantes hipocresías, que hacen muy difícil la vida, reiteramos, en un mundo sin alma que cada vez reserva menos espacios para las esperanzas..., en cumplimiento de los mandatos de las cúpulas que lo digitan todo.

Se han diluido los límites y los valores brillan por su ausencia despiadada.

Nuestros hijos y nietos tienen que ser los resplandores que le arrojen luz a tantos senderos cubiertos por las sombras, como integrantes del "hombre nuevo" que debe reconquistar la cordura para reinar sobre la faz de la tierra, con el respaldo de quienes no nos excluimos del combate y seguimos ocupando trincheras de restauración como faros que les eviten turbulencias y naufragios.

No estamos dispuestos a que se nos encasille "en el atardecer de la vida". Justamente, porque no intentarlo de algún modo, es dejarnos adormecer por las sombras de la declinación, claudicando que es fracasar, cuando nuestras rebeldías nos reclaman desde el alma acción liberadora, antorchas encendidas al frente y no en las retaguardias, abriendo caminos con las armas en alto del amor, las más potentes, las que no matan, las que no ignoran la dignidad de la especie humana ni se venden sin alma a los negociados de la reconstrucción sobre las ruinas que dejan los malvados..

Como si todo eso no fuese suficientemente cruel y genocida, muchos semejantes viven lanzándose desde el umbral en el que han perdido el equilibrio, al abismo de las orgías y las drogas para ir muriendo poco a poco, con un paracaídas que no se abre y caen fatalmente al fondo, al fango donde terminan por haber optado vivir en un mundo sin alma...





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