viernes, 11 de septiembre de 2009

Es incomprensible, pero ocurre...

Con este registro, pongo fin a la difusión de los pantallazos de "Mercaderes en el Templo...", convocado por otros contenidos que seguiré compartiendo:
Allí pensaba Adriano:
El hombre siente los imperios que lo llevan a explorar hasta los orígenes mismos del universo y no se resuelve a que la justicia y la paz en equidad inunden de fraternidad a los pueblos.
¡Pero cómo es posible que olvidemos las urgencias más inmediatas y que nos estemos ocupando de la radiación cósmica del universo cuyas señales quién sabe cuándo llegarán a nosotros...!
Los científicos las esperan preparándose para recibir la revelación soñada de las primeras señales de los orígenes de la creación que vienen viajando desde hace más de 13.500 millones de años luz (cuando un año luz representa casi diez billones de kilómetros que es la distancia que la luz recorre en un año...).
Señales que no son visibles para el ojo humano porque no vienen dadas en fotones por los cuales se percibe la luz, sino por pautas invisibles para nosotros que se aproximan en forma de microondas sólo captadas por determinados telescopios. Solamente algunas de ellas lograrán traspasar el filtro de la atmósfera terrestre.
Cuando ello ocurra esteremos ante el punto crítico para el saber de los científicos y quizás ante la revelación que nos explique por qué no vemos ni nada sabemos de una porción enorme de la materia de la que somos parte..., y sin embargo, lo más probable es que no hayamos resuelto, entonces, todavía, cómo llegar a la fraternidad entre los hombres.
Los científicos buscan una estrella a mil años luz de la tierra en nuestra galaxia en la Constelación de Perseo y en tantas insondables distancias más, tratando de ubicar el agua en los espacios infinitos que ellos entienden es imprescindible para el hallazgo de la vida..., mientras el sol que vivirá entre diez mil y quince mil millones de años, tiene apenas cuatro mil seiscientos millones de años de vida....
Y sin embargo entre nosotros crece la miseria, y nos matamos entre hermanos, y nos despojan sin piedad los usureros y la delincuancia toda, con y sin guantes blancos, se hace un festín donde se instale, así sea vestida de corrupción, con ropajes legales y admitidos por quienes no nos defienden, o por ausencia de grandeza en la conducción de los pueblos.

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