He concebido este aporte por aquellos que viven su realidad sin sueños, y por ello, ellos mismos se niegan la suprema ventura de "DAR", por haber optado por recorrer los callejones sin luz de la mezquindad...
Lo expreso de ese modo porque lo he vivido, al soportar respuestas contrarias en circunstancias especiales, a la permanente fidelidad que siempre he ofrecido con mi amistad y entrega total, al no negarme nunca por considerar que una adversidad de un semejante, y menos de un ser querido, no puede ser ajena para mí...
Es gente que al final se niega el resplandor de la bondad y el desprendimiento, y se han habituado a utilizar utilizar excusas vanas para justificarse, sin saber que se mienten, para luego mentir...
Aclaro que ni el odio ni el rencor pueden acompañar mi caminar, pero eso sí, me cuesta mucho olvidar los latigazos injustos recibidos...
Allá aquellos que vivan arrastrando una pesada carga de conciencia, que no han querido o no han podido mitigar ni siquiera con una pequeña dosis de arrepentimiento, que en algún caso expresaron "de la boca para afuera", pero sin la valentía ni el coraje de sentirlo de verdad y expresarlo...
Por eso, como lo dice la letra de la canción... "lo escribiré con sangre, con tinta sangre del corazón...", y lo expreso así recordando que en su momento esas actitudes abrieron heridas que ya cicatrizaron, no alcanzaron a doblarme el lomo, ni permanecí caído por ellas convencido además de que siempre me levantaré para seguir paso a paso aproximándome al destino que debo conquistar...
Pobres..., se han perdido la dicha que se siente al ofrecer un corazón generoso, porque se han acostumbrado a mirar para otro laso y adoptar conductas altaneras, juzgadoras, ofensivas, insolentes, o plagadas de un magisterio que nadie les solicitó...
El dinero, las cosas materiales, son los altares ante los que se arrodillan, para ellos símbolos del éxito existencial, que mantienen siempre con una máquina de calcular encendida para determinar el beneficio previo que pueden alcanzar en cada situación...
Y lo expreso con dolor, y orando por ellos aunque nunca lo sabrán.
Yo asumo lo que me exige mi naturaleza, la comprensión suficiente para que en el mapa de mi memoria no queden manchas rojas por las gotas de sangre de mis heridas, y que permanezcan secas, curadas totalmente, por haber aprendido la gran lección de perdonar... sabiendo que es ÉL quien en definitiva nos juzga a todos, "en el atardecer de la vida..."
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