He vuelto a comprobar que vivir en la sencillez del día a día sin desviarnos del objetivo primordial de la buena fe en pos de propósitos constructivos, nos puede ofrecer la proximidad de encontrarnos con seres que, nos sorprendan con la riqueza que aportan no sólo con su espontáneo decir, sino también con el firme y natural coraje que los lleva a un obrar, hasta inesperado, para aquellos que forman parte del ámbito que les es común...
De hablar claro se trata, de transmitir convicciones, al referirse a Verdades que no pueden ser maltratadas por las sombras que siempre resultan perjudiciales.
Hace unos días participamos en una reunión a las que se nos invitó a "tertuliar", oportunidad para
poder ofrecernos junto a otros semejantes, en aras de lograr aportes culturales o al menos, vasos conductores que nos permitan regar mejor la sequedad de este presente, para cosechar resplandores nuevos para quienes vienen detrás, nuestros hijos y nietos.
Para que nada ni nadie les prive ni les empañe su imprescindible formación en el sistema al que concurren, que en forma adicional complemente los aportes más vitales, que reciben en la familia, que es sin ninguna duda el vientre supremo en insustituible de sus vidas, el lugar donde se expresa el amor en toda su extensión imaginable...
Y allí, también enriquecernos recíprocamente como sucedió, al conocer a personas con quienes nos identificamos inmediatamente, porque tampoco claudican nunca, y se aferran con propósito tan convocante a ese verbo, para conjugarlo con pasión...
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