viernes, 29 de septiembre de 2017

ANTE LOS DUROS REPECHOS, JAMÁS CLAUDICAR

Después de un largo caminar por las calles de la vida, y camino de cumplir mis primeros sesenta y cinco años, la Causalidad resolvió que yo diera un golpe de timón a mi vida, para que un treinta de setiembre del año 2001 yo recibiera mi primera comunión, hace hoy dieciséis años...

Un largo y ajetreado caminar en el que había vivido bloqueado, desoyendo llamados, encerrado entre las rejas de mi terquedad por mi exclusiva responsabilidad, más allá de que se me haya inculcado desde niño la negación de mi espiritualidad sin fe, hasta que llegué a comprender razones que me lo explicaban todo, y porque además, sentí que había vivido en total sintonía con los preceptos cristianos que yo negaba, y ahora son parte esencial e inseparable de mi vivir...

Estoy convencido que no todo es mérito mío, lo más importante de lo que se me ha permitido ser y hacer durante mi existencia, me lo han dado, y lo vivo reiterando para explicar que no es falsa retórica afirmarlo, sino, dignificar la sencilla humildad que está enquistada en mi naturaleza...

Yo aprendí mucho desde el dolor primero que marcó mi vida, desde los testimonios y el sacrificio de quienes me precedieron, también de mis propios errores y de todos aquellos que saben más que yo, y de ese modo fui forjando mi ser, absorbiendo como si fuera una esponja valores y certezas con los cuales he conducido mi caminar, transpirando la travesía del exigente desierto...

Y hoy, no me frena la edad ni los pergaminos del tiempo...

Todo lo contrario, con el motor encendido y moderando con temperatura adecuada, estoy repleto de ganas en cada amanecer dispuesto a responder a los llamados que me convoquen y a enfrentar los desafíos que las circunstancias me pongan por delante,  sin reserva alguna, por haber aprendido la lección magistral del amor, que me enseñó a no excluirme indiferente ante ninguna contienda, ni a permitir que se me anquilose la mente ni mi cuerpo, para que debidamente entrenados, se enfrenten a los duros repechos sin jamás claudicar...

No sé y no quiero vivir de otro modo, me lo reprocharía mi conciencia, porque significaría falsear mi naturaleza, la que me dieron y la pude forjarme, para pedalear sin desmayos...

Las sombras cada vez más largas al languidecer la luz de los días, no perturbarán el examen que a todos nos harán cuando nos alcance el atardecer de la vida..., momento que llegará, y que no temo ni vivo pendiente de él, de tantas ansiedades que tengo de vivir y tantas metas pendientes que debo conquistar...

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