domingo, 4 de junio de 2017

ENALTECIENDO MIS REBELDÍAS...

En general soy un ser que exteriorizo todo lo que considero esencial.

Me esmero sí, en conservar la condición de no trasladarle a los demás mis conflictos interiores o  mis estados de ánimo, como tampoco sorprender, como algunos seres tienen esa propensión  con brusquedades que nada le aportan al convivir... 

No acepto que hagan conmigo, lo que yo jamás haría con mis semejantes, y cuando me he enfrentado a situaciones que me han afectado, siempre respondí procurando que no me avasallen...

En mi batallar cotidiano he ido siempre de frente multiplicándome en mis intentos, sin amilanarme ante ningún repecho, ante ninguna dificultad, y desde temprana edad aprendí a conjugar el verbo "amar" en todos sus tiempos, pero los que más me convocan son "el presente y el futuro" porque en ellos está todo cuanto es posible intentar, y no en "el pasado" que ya no podré modificar, aunque pueda aprender del él...

No comulgo con los escondites cobardes, ni con el cálculo mezquino y sin alma de aquellos que viven evaluando intereses y conveniencias; me entrego por mis ideas porque sí, sin esperar nada a cambio, enalteciendo las rebeldías que me sacuden por dentro para que desde mis trincheras pueda seguir luchando sin desmayos, contra las injusticias y las calamidades que nada tienen que ver con vivir la plenitud...

Esa plenitud no nos viene dada de regalo, hay que conquistarla venciendo los desafíos que nos pone por delante la existencia.

En el largo vivir aprendí a rechazar los diferentes modos en que se expresa la soberbia y la prepotencia que nos subestima, porque en las aulas a la intemperie por las calles de la vida, se aprende a esquivar los engaños de las trampas, los golpes a traición, las estafas que le hacen a nuestros legítimos derechos para que no se nos ahuyenten las esperanzas...

Es la permanente porfía entre "el hombre viejo" y "el hombre nuevo" que debe forjarse como se moldea el hierro hirviente, golpe a golpe, para que tome forma y consistencia la coraza protectora, y llegue a ser tan dura como el diamante que no admite huella alguna de las insensateces del hombre viejo, como tampoco de las tentaciones propias o ajenas que se nos aproximan con las salvajedades de los seres repletos de maldad...

Tengo claro que no es tarea sencilla, pero la dignidad se alcanza con libertad, y a cada uno de nosotros desde el nido, le corresponde fortalecer sus alas para un vuelo alto que nos permita planear como lo hacen las águilas, y alcanzar alturas donde encontrar resplandores en horizontes nuevos...

Vivir no es un juego fácil, "como juega el gato maula con el mísero ratón", pero legitima el transpirar la vida, para seguir y seguir por los senderos del bien, esos que ni las malezas ni el tiempo podrán nunca borrar, y así alcanzar el destino sin tinieblas en la luminosidad que todo lo envuelve, donde ni las esperanzas nos serán ya necesarias...

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