Lo he meditado mucho y cada vez me convenzo más de que en este presente del mundo, estamos en general, bajo el pernicioso influjo de las trampas que nos montan para que reine la confusión a partir de la cual nos explotan embriagándonos la mente...
Y todo ello, porque nos siguen subestimando.
Mientras no nos demos cuenta de que sobra lo superfluo y falta lo esencial, seguiremos ingresando en nuestras propias prisiones, a merced de aquellos que continuarán manipulando nuestras fragilidades para sus propios beneficios.
Hay gente a la que no les importa que pongamos en riesgo nuestras propias vidas, y vuelcan sobre nosotros los más crueles jolgorios del engaño para que las vanas sensaciones nos perturben hasta evadirnos al extremo de vivir extraviados, perder el control de nosotros mismos, e ingresar en los hondos bajo fondos de la claudicación...
Los excesos del contra sentido, le ganan la porfía al sentido común. Y a partir de allí, surgen airosas las drogas, el excesivo consumismo, el abandono, las luces y los ruidos innecesarios que no nos dejan pensar, los remolinos del engaño, las falsedades que nos apartan de la familia y las certezas, para golpearnos contra los muros indescifrables que no nos conducen a ningún otro lado que no sea a la protesta por sistema, al no asumir nuestra propia perdición.
La sensatez y el amor se ausentan por los agujeros que le hacemos al alma...
Los remolinos del engaño forman los pozos negros como fuerte imán hacia los naufragios personales.
Pero seguimos sin luchar para dejamos seducir por las sensaciones que nos llevan al oscurantismo mental, y a la ceguera de no ver que nos falta lo esencial.., en tantos casos al precio de nuestra propia vida, y el sufrimiento de quienes más nos quieren.
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