lunes, 11 de mayo de 2015

No es una apuesta más...

Es algo mucho más trascendente, porque controla la brújula de nuestras vidas.
 
Y no habrá nada más poderoso que pueda modificar ni vencer el imperio de su determinación, puesto que no es una apuesta más..., es, el nudo indestructible que nos mantiene por el sendero adecuado, por más que caminemos al borde de precipicios en los que terminan cayendo quienes claudican y se lanzan sin paracaídas al influjo de sensaciones olvidando que les han dado la vida para mucho más...
 
Con qué facilidad el hombre desdeña la sublime ventura de dar..., al anteponerse al llamado para que despliegue el enorme potencial que le han regalado con la vida.
 
Yo no pretendo convencer a nadie para que comparta mis conceptos, solamente intento reafirmar la necesidad de que es imprescindible convencerse de que no somos individualmente hablando, el centro del mundo cual imán hacia el que todos deben rendir honores, y sí arrodillarnos todos ante la causalidad del amor que no tiene espacios para los cálculos, que no se deja rozar por posturas mezquinas e insensibles, dado que nos pone constantemente con proa hacia los más altos postulados de la existencia.
 
Y eso tan sencillamente normal, no es una apuesta más..., es la respuesta esencial que nos debería llevar a despojarnos de los ropajes falsos con los que a diario nos disfrazamos para torcer el rumbo de nuestras vidas y aparentar, para que no nos descubran...
 
Pero el convivir es un certero tamiz que al sacudirlo pone al desnudo las fragilidades que no son oro ni prendas para nadie, y esa certeza además, nos reafirma que nadie pasa desapercibido en el examen del amor que todos deberemos enfrentar al atardecer de la vida.
 
 
 
 


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