Nada bueno puede alcanzarse, desde la crispación, la descalificación, el insulto y las mentiras...
Por supuesto que no son testimonios constructivos, porque erosionan la concordia que España supo darse para vivir décadas en paz y prosperidad...
Y además, se revuelven hechos y conductas del pasado, para complicar todavía más el escenario social y político, como ya lo he expresado en algún aporte por este medio, incluso antes del drama de la pandemia...
Y ahora, con el tsunami que se nos ha venido encima con el coronavirus, se ha complicado el panorama de tal modo, que a nadie va a sorprender, las dramáticas consecuencias que habrá que abordar en todos los órdenes de la institucionalidad, que ya estaba seriamente herida, antes del conflicto sanitario que se ha llevado la vida de tanta gente, por esa tragedia que nos envolvió, de alcance planetario...
Entonces, si ya era complejo poner equilibrio en el escenario, apelando a la grandeza conductiva cuya presencia ha sido, es y será esencial en toda circunstancia, y que en mi opinión brilla pero por su ausencia, cómo es posible encarar desde la discordia, todo cuanto nos desbordó con la llegada de ese enemigo invisible dejando la secuela del conflicto sanitario que es prioritario resolver, y otras endemias en las que estamos inmersos y expuestos de alcances imprevisibles....
No es posible recomponer un escenario tan complejo y tan confuso, si no se apela a la grandeza, al respeto y al generoso desprendimiento; y nunca con una deriva sein destino...
No hay comentarios:
Publicar un comentario