domingo, 15 de marzo de 2020

LO REITERO, APENAS HE PODIDO SER UN INTENTO COMO ESCRITOR...

Mi permanente vocación lectora, desde los albores de mi existencia hasta el presente de mi ya largo vivir, me conduce a reiterarlo: "apenas he podido ser un intento como escritor..."

Es más, y no me aferro a esa certeza que está instalada en mí, desde un sesgo de falsa modestia, sino reconocerla con total honestidad conceptual e intelectual, "dado que tengo plena conciencia en cuanto a que todo cuanto he procurado en el largo caminar, ha sido aprender de los que saben más, lo que se me ha permitido "ser y hacer" desde mi sencilla humildad, cuanto me han  inculcado los míos desde el vientre familiar, lo que aprendí en las aulas formales del sistema educativo, y todo lo captado para forjarme, desde las aulas a cielo abierto, a la intemperie, en la universidad de la vida...

Con todo ello, me considero que he sido, soy y seré un eterno aprendiz, mientras un suspiro permanezca en mí...

No obstante, cuando tenía treinta y nueve años, me planteé la osadía de comenzar a escribir, cuando el 22/1/1975 inicié mi primer e inolvidable intento con el ensayo: MEMORIAS Y SUEÑOS..., y encararlo todo con pasión como me gusta a mí, porque nunca me permití vivir de otro modo, sino transpirando la camisera hasta que ella se me ha quedado pegada al alma... 

Pasión que una vez comenzada, jamás nunca pude detenerla, y allí están mis artículos misceláneos, mis temas para coloquios y tertulias, mis veinte libros escritos (ensayos, novelas, etc.), como testimonios de lo hecho, siempre, con la alianza que la Providencia, generosamente me brindó...

Un aprendiz que tuvo la osadía de expresar lo que siente mirando la realidad de cada presente con sus registros escritos, con sus palabras cuando la generosidad de mis semejantes puso un micrófono en mis manos para que yo expresara lo que siento (y tantas veces pensando que les estaba dando voz a los que se han silenciado o los han amordazados), para destacar que me proponía enaltecer la dignidad de los integrantes de la especie, también para denunciar todo y a todos los que atentan contra ella, siempre sin temores, sin claudicar jamás de mis valores y certezas, y nunca para convencer a nadie para que renuncie a sus legítimas ideas, sino para compartir con lealtad lo que siento..., manteniendo en toda circunstancia la coherencia imprescindible entre lo expresado, con las certezas, y llamados que me convocan en el cotidiano vivir..."

Y así he de continuar con mis propósitos sin apartarme nunca de los senderos del Amor, aunque tenga que subir mil veces más al ring donde en el buen sentido se pelea la vida, con la firme determinación de no dejarme golpear ni vapulear, siempre defendiendo la convicción de no pedir la toalla salvadora, porque no caeré nunca en la humillación de darme por vencido...

He sido, soy y seré un esperanzado defensor de la vida, en la que nunca me ha convocado referirme al tema de la muerte. Sin embargo una vez hace unos años, ya ni recuerdo la razón que me llevó a ello, me propuse el texto de mi posible epitafio, y en algún libro mío registré el contenido al que llegué: "Aquí yacen los restos de un permanente intento..."

En definitiva, una forma de expresar mis esperanzas, de sentir en carne propia el dolor de mis semejantes que nunca será ajeno para mí, de no anteponerme jamás, de cantarle a esa maravilla que es la vida, tan maravillosa que me ha costado entender la razón de que sea a su vez tan efímera..., hasta que se me condujo a la fe, "a creer sin ver",  cuando ya tenía casi sesenta y cinco años de mi vida. 

LA VERDAD, LA FE QUE ME ILUMINÓ POR DENTRO, DESTRABÓ MIS BLOQUEOS INTERIORES, Y ME LLEVÓ A SENTIRME MÁS LIBRE QUE NUNCA, AL COMPRENDER QUE SIN SABERLO, HABÍA VIVIDO TODA MI EXISTENCIA BAJO EL SESGO PREMONITORIO DE SU AMOR, AL FIN Y POR MUCHAS RAZONES, EN EL SENDERO DE MI RESCATE, PASO A PASO APROXIMÁNDOME AL DESTINO DE MIS SUEÑOS POR CONQUISTAR MI SALVACIÓN...




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