sábado, 23 de agosto de 2014

El horror sigue presente...

Hoy siento que mi ser se sacude por dentro una vez más, y me convoca a redoblar la lucha
de la que jamás me excluiré.
Las indignidades de ayer siguen en el presente aunque sea de modos diferentes y más sofisticados, y ante tan alarmante constatación ofrezco  la vigencia a mi entender, de la novela que hace unos años concebí titulada: "Vers l´espoir..." ("Hacia la esperanza...)" que en los próximos meses saldrá a la luz y de la cual expongo algunos pantallazos, con los riesgos consiguientes que en el libro procuro discernir.

No obstante los comparto. Solamente cumplo con un mandato interior que me indica: "hazlo, no te detengas...", que convive conmigo en común unión y que me impide silenciarme ante tanta barbarie...


Allí expresé en algunos lugares de la novela:



"Sin ponerle techos al alma, amanezco una vez más, a partir de un sueño que me permita poner en evidencia mis sueños..."


"Hay muchos semejantes encerrados en su propia esclavitud, entre las rejas de sus falsas idolatrías, enajenados por los falsos espejismos, pero también hay otros que son prisioneros del "poder", "del desenfreno", de la "impunidad más culpable" y del "tener",  y en general, deslumbrados por las frivolidades y maldades que les enferma el alma, indiferentes hacia aquellos que sufren las afrentas de las desesperanzas, que en definitiva son por quienes debemos mantener encendidas las antorchas para que no claudiquen en los oscuros abismos de la declinación..."


"Le dan la espalda a un más allá más diáfano, donde no tienen lugar ni razón de ser los odios, ni los rencores, ni las salvajadas del hombre sobre sus semejantes, a tal punto de que llegan a ser innecesarias las esperanzas..."


"La crisis no es financiera solamente- se expresaba a sí mismo Esteban-, por ello necesitamos encauzarnos y reconstruirnos desde las ruinas si es preciso, pero ir resueltos y transformados detrás del hombre nuevo que necesita este mundo, e ir hacia la esperanza..., sin negarnos ciegamente la otra dimensión."


"En su juventud no había derechos (para la gente de piel negra) porque eran apaleados y humillados por la prepotencia y la soberbia de matones al servicio de explotadores poderosos que pagándoles miserables salarios, se enriquecían amparándose en una impunidad que los protegía, pero que no les duraría por siempre..."


"Mi abuelo le inculcó a mi padre (decía el protagonista) que nunca se dejaría humillar, que el color de la piel no era una marca ni un estigma descalificador, como tampoco eran razones válidas que los hijos pagaran por las culpas de sus padres, ni que fueran condenados por la sociedad por ser hijos de quienes eran, así lo fuesen de culpables..."





A todo eso ya de por sí un verdadero drama, se mantienen hoy, guerras incomprensibles,  intolerancias, armamentos en acción, secuestros, los más crueles asesinatos por parte de extremistas, y el horror de la destrucción en tantas partes del mundo que no parecen tener fin en este presente convulsionado por odios y rencores en el que tantos inocentes pagan con sus vidas y la ruina de sus vidas, tanta salvaje indignidad.
El horror sigue presente, y no será solamente con bombardeos, salvajadas y "lavándonos las manos" cobardemente que le  haremos frente a tanta perversidad. Será necesaria en forma subyacente a la prudencia, a las negociaciones, a los nobles propósitos, la sensatez del faro superior que le ilumine el alma  a los seres en conflictos, para que no nos avergüence más esta calamidad inhumana de matarnos entre hermanos y se afiance la tolerancia que nos permita acceder a horizontes nuevos, dado que nos se nos ha dado la maravilla de la vida para vivir tan insultantes miserias...






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