jueves, 5 de junio de 2014

Como un payaso de circo...


Hoy vuelve a mí el tema de los años, seguramente por una conversación entre amigos que mantuvimos ayer.

Nos referíamos a la edad de alguien y sus naturales despistes por la edad que tiene- así lo comentaban-, y yo me sonreí, hecho que fue advertido por quienes me acompañaban.

Y yo..., aunque me cueste expresarlo porque no me gusta hablar de mí, aclaré que le llevo unos cuantos años y gracias a Dios, estoy en forma física y mental a pesar de mi ya larga existencia.

Utilizo el tema, para resaltar la bendición de poder no sólo afirmarlo sino demostrarlo, y dar constantemente gracias por ello, por todo ese maravilloso universo de intentos que se me permiten.

Sí, gracias porque nada tienen que ver los años (y si en algo influyen es relativo), dado que hay gente mayor con energías y espíritu joven, y jóvenes o maduros que por la vida que han hecho no tendrán los años pero sí envejecido el espíritu.

Influyen las circunstancias, los hábitos de vida, los impulsos interiores...

Creo situarme entre los mencionados primeramente, por mis despertares cotidianos repletos de vida, de ganas al plantearme nuevos desafíos, de no renunciar a la quimera de volar con tal de alcanzar horizontes nuevos, de jugar como si fuera un niño, de remontar una cometa, de mantener encendidas mis esperanzas, de disfrazarme como un payaso de circo para que los demás sonrían, aunque tenga que ocultar mis tristezas, las cicatrices visibles que me ha dejado la vida e incluso las otras, las invisibles, las interiores, las que nos hieren el alma...

Como un payaso de circo, para quitarme rigideces, para soltar los nudos apretados que nos traen los años, para saltar la cuerda, para plantarle cara subiendo al ring de la vida, a todo aquello y aquellos que nos pretendan aplastar, excluirnos, archivarnos como testimonios que ya no son útiles a quienes vienen detrás...

Como un payaso de circo, también, para reírme, para reírme mucho de mí...

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