Ayer recibí comentarios del amigo Luis de Uruguay, con quien siempre me he identificado, aunque tengamos nuestros matices diferentes, y hoy por este medio me referiré a ellos, con la esperanza de llegar a conectarme con más gente, aunque no llegue a conocerlos nunca, en el lugar del mundo donde se encuentren...
Antes una aclaración, que necesito reiterar, me llega información por notificaciones estadísticas de este blog, desde inimaginables destinos del mundo de semejantes que me honran al detenerse en mis publicaciones, de España, Uruguay, Rusia, Ucrania, Argentina, Francia, Alemania y tantos países más, que por las razones que sean no se registran como "seguidores", y otros que se comunican conmigo por correo electrónico o con comentarios directos, a quienes igualmente les hago llegar mi sincero agradecimiento, porque hacen realidad mi soñado sueño inicial cuando en el año 2009 puse en el aire este blog, para propiciar diálogos y establecer intercambios que nos puedan enriquecer recíprocamente.
Y ahora entrando en los temas del título (amigo Luis que por este medio contesto a tus comentarios), empezando porque por razones que ambos sostenemos, es claro que hay gente que se considera "superior", "que a todos nos miran por ello por arriba del hombro", al considerarse que son "Los amos del mundo al asecho..."
Son los que se han propuesto, subestimándonos, dominarlo todo, desde el trono de sus imperios dominantes.
Sea el foro secreto de Bilderberg y de tantos grupos poderosos más como lo has referido amigo, y con sobrada razón, que en defensa de sus exclusivos intereses, viven digitando nuestras vidas y los destinos del mundo, y el de la naturaleza que nos cobija.
Y lo seguirán haciendo, mientras no reaccionemos.
Son tan potentes y tan autoprotegidos por sus poderes omnímodos, que es muy difícil enfrentarse a ellos, refugiados siempre dentro de sus cúspides amuralladas que cuentan además con adeptos y cómplices que los protegen, como asimismo con la inacción de gobernantes que no se le paran delante, temerosos, silentes, y en tantos casos sin grandeza, por lo cual ni los Estados pueden con ellos, para combatir las desigualdades e injusticias que al fin, siempre financian los más desprotegidos, que soportan el alto costo de sus desgracias, por estar insertos en colectivos sociales con Democracia formal, y en tantos casos sin contenidos, sin sustancia.
Es el caso del imperio del materialismo global reinante que no propone soluciones humanitarias a los pueblos del mundo, sino el agravio de tener que soportar:
*)las calamidades energéticas de quienes manipulan la aparición de recursos renovables que no envenenen a la naturaleza que nos cobija, mientras puedan seguir acaparando riquezas de sus actuales explotaciones.
*)el imperio que condena a los más pobres, a transferir cada vez más riquezas a los ricos del sistema financiero, que los sigue estrangulando con la usura de sus intereses, que es un verdadero despojo;
*)El insolente vuelo de voluminosa masa monetaria, cual golondrina que va y viene y que no se detiene en inversiones productivas y generadoras de empleo, por ir detrás de las oscilaciones de los mercados que repercuten en las Bolsas, en procura de intereses totalmente ajenos y que deberían aplicarse a las urgentes necesidades de los pueblos, siempre postergados;
*)No es posible aceptar que el hombre no esté por encima de toda doctrina, el hombre común, y sí considerado como un objeto más, y hasta descartable, en las góndolas de un mercado perverso;
*)la triste realidad de todos aquellos que al final claudican, se rinden ante el consumismo reinante, que condena a tantos a no mirarse hacia adentro, y en tantos casos, terminar endeudados hasta la ejecución; hipotecando su destino...;
*)la calamidad del oscurantismo cultural sobre aquellos sumidos en las miserias, silenciados, amordazados por el miedo hasta hacerles perder las esperanzas, frente al hostigamiento de las mafias que los explotan, hasta que se lanzan a los mares buscando un resplandor para sus vidas que en sus tierras se les niega, para terminar en tantos casos, fatalmente, a merced de los tiburones;
*)el agravio de vivir sin libertad, por el salvajismo de diferentes dictaduras que los oprimen, vengan de donde vengan, y hasta la ofensa de enfrentarse a dictaduras dinásticas en incalificable perpetuidad; negándoles dignidad;
*)las explotaciones feudales que no han quedado sólo en la historia, están hoy vigentes, bajo la tutela de insensibles poderosos que no tienen otro norte que el de "tener más y más", indiferentes al dolor de sus víctimas, y que además cuentas con sus sicarios cómplices con el látigo levantado para caer en el lomo de sus víctimas, y también eliminando a quienes, desesperados, intenten una liberación que no han de alcanzar:
*)Los que lucran con la infamia de las mafias que explotan en forma incalificable a niños, jóvenes y otros semejantes, con pornografías y aberraciones sexuales, que incluso exhiben en vivo y en directo, o en redes sociales, que destrozan la vida de quienes no han aprendido a apartarse de ellas, y defenderse de las trampas que les ponen por delante esos salvajes.
Para qué seguir, verdaderos genocidios, amigo Luis, que nos deben llevar a reflexionar, para resolver cómo enfrentarnos a ellos, cómo actuar, de qué modo bregar por un despertar esperanzador, ante las calamidades de este presente, que no es como los presentes de nuestro pasado, que no pretendo que sea igual porque la vida es permanente transformación, sino más peligroso, más cruel, más repleto de trampas para que en ellas caigan los inocentes de hoy...
Tus padres y los míos (como nosotros), han vivido sus peripecias y nos han hecho pensar, como a ti te ocurrió con tu abuelo en esos tiempos convulsos del imperio austro-húngaro al que has hecho referencia.
Y ahora paso a comentar aspectos de "lo que idealicé en mi niñez":
Yo de niño por ser hijo de un peluquero de cuartel, lo acompañé muchas veces, y viví por dentro las realidades de un cuartel.
Ello me llevó y mi padre contribuyó a ello, que la carrera militar resultara al fin, mi vocación más soñada desde niño.
Cursé los cursos educativos de primaria, y los dos primeros de secundaria, y al llegar a la instancia los dos últimos grados de 3º y 4º, respondiendo al llamado de mi vocación, los cursé en el Liceo Militar y Naval General Artigas.
Fueron dos años brillantes, en la escolaridad, en la disciplina militar que con todo rigor nos fue exigida. en la que logré ser "abanderado" primero y "ascendido a cabo" después, todo lo cual me realizaba (también en la práctica del fútbol que siempre practiqué), y reforzaba mis esperanzas de seguir la carrera militar.
Llegó la instancia de aspirar al ingreso en el nivel universitario en la Escuela Militar, y aprobé el examen físico, porque mi cuerpo y mi mente estaban aptos para las mayores exigencias.
Luego la instancia del examen médico y dentro de él, el control para determinar si mis ojos estaban aptos para continuar. Se nos dijo, una vez culminado, que esperáramos el resultado, que se iban a mencionar los nombres de los aspirantes considerados aptos para la carrera militar.
Allí estábamos esperando, mientras se iban mencionando nombres, pero el mío no se pronunciaba y al final quedé allí con mi soledad y el desconsuelo incomprendido de que mi nombre no se pronunciara.
Solicité explicaciones, y se me contestó que fueron mis ojos los culpables de ese rechazo.
Desconsolado, diría más, desesperado y llorando volví a mi casa a contar lo sucedido, sin comprender lo ocurrido, porque nunca había tenido problemas con mis ojos.
De inmediato mi padre me acompañó para lograr que se me examinara de mi normalidad visual y solicitar testimonio de ello, que fuimos a presentar a la Escuela Militar, solicitando reconsideración de mi caso, pero se nos contestó en ese tono que suele expresarse la verticalidad militar: "el dictámen médico es inapelable".
No obstante ello, mi padre procuró conectarse con un jerarca superior de ejército, un general en actividad, que enterado del caso y vistos los antecedentes, le contestó: "que se presente el año que viene que tiene asegurado el ingreso".
Pero yo me planté firme y dije N0, O ENTRO POR LA PUERTA GRANDE O RENUNCIO A MI SUEÑO MÁS SOÑADO, PERO DE ESE MODO Y MENOS A DEDO... NO, PADRE.
Al principio los míos no me comprendieron, pero después sí, yo era el hijo de ese padre con los valorees que él mismo me había inculcado.
Y así fue, que quedó trunca mi esperanza soñada de ser militar, como el sueño de mi niñez y mi primera juventud.
Pero pasados los años uno va creciendo y profundizando en los conceptos, cuando tuve que resolver qué camino tomar, con el aprendizaje que se va adquiriendo en las aulas formales (Ciencias Económicas fue mi elección) y en aquellas a cielo abierto, a la intemperie en la Universidad de la Vida, que tanto se aprende.
Y fui reflexionando situaciones hasta llegar a ser funcionario bancario en el entonces Banco Español del Uruguay, donde nos conocimos, y luego forjamos esa amistad, Luis, que ha perdurado en el transcurso de los años, y sin distancias...
Allí vivimos el conflicto gremial que motivó, la insensated de que los funcionarios bancarios en conflicto, terminamos siendo "militarizados por decreto".
Podría abundar mucho sobre diversos aspectos de ese tiempo, pero me quiero concentrar en la evolución conceptual que sentí, cuando después de once años, teniendo la conciencia tranquila de haber acompañado a mis amigos y compañeros del Banco, en esas instancias tan difíciles y complejas, me tuvo que enfrentar con el "comando militar movilizador que en la Casa Central tutelaba un coronel", cuando resolví renunciar (y por tercera y definitiva vez) al Banco, pero primero debía solicitar mi baja como militar ante él.
Yo ya había puesto en marcha el Estudio Asesor de Empresas, que fue la solución económica de mi vida (pero no de mis más hondos sentimientos, pero esa es otra historia), cuando le expliqué al Coronel mi solicitud de baja, y ante su comentario sobre "si lo había pensado bien", claro no me conocía ese señor, y me dio pie para que yo le contestara: "que de mi vida me ocupaba yo", y terminé formalizando mi baja del ejército, qué tontería, qué injusta constatación, porque como militar movilizado me habían llevado "a prepo" a un cuartel, a donde yo había soñado llegar...
Luego instrumenté mi renuncia voluntaria ante el Banco (también con historias que ya están reflejadas en alguno de mis ensayos) y mis desahogos expresados que liberaron mis presiones ante algún funcionario a quien no quiero nombrar...
Pero un mandato superior y premonitorio, lo supe después, me había apartado de una carrera donde amigos y compañeros míos, llegaron a ser mandos medios militares, cuando fatalmente, jerarcas militares tutelaron el proceso militar que por once años, le pasó por arriba a la institucionalidad uruguaya, ofendiendo a nuestro pueblo..., y desdibujando aquel lejano idealismo de mi niñez y mi primera juventud.
Lo he meditado y estoy convencido, los dictadores se mantienen como tales, porque cuentan con el respaldo de la fuerza militar que los sostienen, y en el caso del Uruguay, porque justamente esos mandos medios no reaccionaron a mi modo de ver, como correspondía a sus juramentos, y a los legados recibidos de nuestra historia...
Hubo muchos acontecimientos de ese tiempo, en los que el pueblo luchó denodadamente, las amas de casa con sus caceroladas, la movilización de los gremios, la iglesia, todos en común unión hasta desalojar a los dictadores y maltratadores, de la dictadura, como lo fue un antiguo amigo y compañero, ya coronel, que luego fue procesado por torturador... No vale la pena nombrarlo, ya está pagando sus desbordes...
Pero nos dejaron muertos, torturados, desaparecidos, conflictos familiares no resueltos, heridas que están sangrando, todavía..
Hubo en mi vida, Luis, otros aspectos que me han marcado para siempre. Uno especial que no se desdibujó con el paso de los años...
Mi madre murió con veinte años cuando yo tenía veinte meses.
Mi padre sufrió dos golpes tremendos: uno cuando ella murió, enferma. Y otro al día siguiente, cuando su padre, mi abuelo, murió también al enterarse.
Dos tragedias seguidas, y las últimas palabras que pronunció mi madre, fueron: "ya no hay Dios para mí".
Y mi padre las tomó como fueron dichas, sin darse cuenta en ese momento, que las pronunció ahogada, confundida su alma cristiana, sintiendo que se iba..., porque ella y su familia eran creyentes en activo.
Por eso mi padre me inculcó, por su inmenso dolor, no sólo no creer en Dios, sino negándolo en forma recurrente.
Pero en el largo vivir, uno va ajustando sus conceptos, ya es historia conocida por ti, Luis, y ahora proclamo desde el fondo de mi alma, la fe que me han dado y que ha inundado todo el universo de mi ser.
Pero a ella, la madre muerta que tuvo mi vida, al no conocerla, la idealicé, y la mantengo situada como me lo han dicho desde niño, en una estrellita titilante que me hace guiños desde el cielo...
Cuando yo tenía seis años, mi padre se volvió a casar.
Entonces, yo tuve el privilegio de tener dos madres, una muerta y otra viva, porque yo no tuve una madrastra, tuve otra madre y otro hogar para que me regalaran dos hermanos queridos, y una familia multiplicada que me llenó con sus testimonios de Amor.
Sí de Amor, el que todo lo puede, el que ningún imperio podrá vencer, y que nos brinda el modelo para una vida con verdadero sentido, que nos conduzca al fin, a conquistar nuestro destino...
Sea el foro secreto de Bilderberg y de tantos grupos poderosos más como lo has referido amigo, y con sobrada razón, que en defensa de sus exclusivos intereses, viven digitando nuestras vidas y los destinos del mundo, y el de la naturaleza que nos cobija.
Y lo seguirán haciendo, mientras no reaccionemos.
Son tan potentes y tan autoprotegidos por sus poderes omnímodos, que es muy difícil enfrentarse a ellos, refugiados siempre dentro de sus cúspides amuralladas que cuentan además con adeptos y cómplices que los protegen, como asimismo con la inacción de gobernantes que no se le paran delante, temerosos, silentes, y en tantos casos sin grandeza, por lo cual ni los Estados pueden con ellos, para combatir las desigualdades e injusticias que al fin, siempre financian los más desprotegidos, que soportan el alto costo de sus desgracias, por estar insertos en colectivos sociales con Democracia formal, y en tantos casos sin contenidos, sin sustancia.
Es el caso del imperio del materialismo global reinante que no propone soluciones humanitarias a los pueblos del mundo, sino el agravio de tener que soportar:
*)las calamidades energéticas de quienes manipulan la aparición de recursos renovables que no envenenen a la naturaleza que nos cobija, mientras puedan seguir acaparando riquezas de sus actuales explotaciones.
*)el imperio que condena a los más pobres, a transferir cada vez más riquezas a los ricos del sistema financiero, que los sigue estrangulando con la usura de sus intereses, que es un verdadero despojo;
*)El insolente vuelo de voluminosa masa monetaria, cual golondrina que va y viene y que no se detiene en inversiones productivas y generadoras de empleo, por ir detrás de las oscilaciones de los mercados que repercuten en las Bolsas, en procura de intereses totalmente ajenos y que deberían aplicarse a las urgentes necesidades de los pueblos, siempre postergados;
*)No es posible aceptar que el hombre no esté por encima de toda doctrina, el hombre común, y sí considerado como un objeto más, y hasta descartable, en las góndolas de un mercado perverso;
*)la triste realidad de todos aquellos que al final claudican, se rinden ante el consumismo reinante, que condena a tantos a no mirarse hacia adentro, y en tantos casos, terminar endeudados hasta la ejecución; hipotecando su destino...;
*)la calamidad del oscurantismo cultural sobre aquellos sumidos en las miserias, silenciados, amordazados por el miedo hasta hacerles perder las esperanzas, frente al hostigamiento de las mafias que los explotan, hasta que se lanzan a los mares buscando un resplandor para sus vidas que en sus tierras se les niega, para terminar en tantos casos, fatalmente, a merced de los tiburones;
*)el agravio de vivir sin libertad, por el salvajismo de diferentes dictaduras que los oprimen, vengan de donde vengan, y hasta la ofensa de enfrentarse a dictaduras dinásticas en incalificable perpetuidad; negándoles dignidad;
*)las explotaciones feudales que no han quedado sólo en la historia, están hoy vigentes, bajo la tutela de insensibles poderosos que no tienen otro norte que el de "tener más y más", indiferentes al dolor de sus víctimas, y que además cuentas con sus sicarios cómplices con el látigo levantado para caer en el lomo de sus víctimas, y también eliminando a quienes, desesperados, intenten una liberación que no han de alcanzar:
*)Los que lucran con la infamia de las mafias que explotan en forma incalificable a niños, jóvenes y otros semejantes, con pornografías y aberraciones sexuales, que incluso exhiben en vivo y en directo, o en redes sociales, que destrozan la vida de quienes no han aprendido a apartarse de ellas, y defenderse de las trampas que les ponen por delante esos salvajes.
Para qué seguir, verdaderos genocidios, amigo Luis, que nos deben llevar a reflexionar, para resolver cómo enfrentarnos a ellos, cómo actuar, de qué modo bregar por un despertar esperanzador, ante las calamidades de este presente, que no es como los presentes de nuestro pasado, que no pretendo que sea igual porque la vida es permanente transformación, sino más peligroso, más cruel, más repleto de trampas para que en ellas caigan los inocentes de hoy...
Tus padres y los míos (como nosotros), han vivido sus peripecias y nos han hecho pensar, como a ti te ocurrió con tu abuelo en esos tiempos convulsos del imperio austro-húngaro al que has hecho referencia.
Y ahora paso a comentar aspectos de "lo que idealicé en mi niñez":
Yo de niño por ser hijo de un peluquero de cuartel, lo acompañé muchas veces, y viví por dentro las realidades de un cuartel.
Ello me llevó y mi padre contribuyó a ello, que la carrera militar resultara al fin, mi vocación más soñada desde niño.
Cursé los cursos educativos de primaria, y los dos primeros de secundaria, y al llegar a la instancia los dos últimos grados de 3º y 4º, respondiendo al llamado de mi vocación, los cursé en el Liceo Militar y Naval General Artigas.
Fueron dos años brillantes, en la escolaridad, en la disciplina militar que con todo rigor nos fue exigida. en la que logré ser "abanderado" primero y "ascendido a cabo" después, todo lo cual me realizaba (también en la práctica del fútbol que siempre practiqué), y reforzaba mis esperanzas de seguir la carrera militar.
Llegó la instancia de aspirar al ingreso en el nivel universitario en la Escuela Militar, y aprobé el examen físico, porque mi cuerpo y mi mente estaban aptos para las mayores exigencias.
Luego la instancia del examen médico y dentro de él, el control para determinar si mis ojos estaban aptos para continuar. Se nos dijo, una vez culminado, que esperáramos el resultado, que se iban a mencionar los nombres de los aspirantes considerados aptos para la carrera militar.
Allí estábamos esperando, mientras se iban mencionando nombres, pero el mío no se pronunciaba y al final quedé allí con mi soledad y el desconsuelo incomprendido de que mi nombre no se pronunciara.
Solicité explicaciones, y se me contestó que fueron mis ojos los culpables de ese rechazo.
Desconsolado, diría más, desesperado y llorando volví a mi casa a contar lo sucedido, sin comprender lo ocurrido, porque nunca había tenido problemas con mis ojos.
De inmediato mi padre me acompañó para lograr que se me examinara de mi normalidad visual y solicitar testimonio de ello, que fuimos a presentar a la Escuela Militar, solicitando reconsideración de mi caso, pero se nos contestó en ese tono que suele expresarse la verticalidad militar: "el dictámen médico es inapelable".
No obstante ello, mi padre procuró conectarse con un jerarca superior de ejército, un general en actividad, que enterado del caso y vistos los antecedentes, le contestó: "que se presente el año que viene que tiene asegurado el ingreso".
Pero yo me planté firme y dije N0, O ENTRO POR LA PUERTA GRANDE O RENUNCIO A MI SUEÑO MÁS SOÑADO, PERO DE ESE MODO Y MENOS A DEDO... NO, PADRE.
Al principio los míos no me comprendieron, pero después sí, yo era el hijo de ese padre con los valorees que él mismo me había inculcado.
Y así fue, que quedó trunca mi esperanza soñada de ser militar, como el sueño de mi niñez y mi primera juventud.
Pero pasados los años uno va creciendo y profundizando en los conceptos, cuando tuve que resolver qué camino tomar, con el aprendizaje que se va adquiriendo en las aulas formales (Ciencias Económicas fue mi elección) y en aquellas a cielo abierto, a la intemperie en la Universidad de la Vida, que tanto se aprende.
Y fui reflexionando situaciones hasta llegar a ser funcionario bancario en el entonces Banco Español del Uruguay, donde nos conocimos, y luego forjamos esa amistad, Luis, que ha perdurado en el transcurso de los años, y sin distancias...
Allí vivimos el conflicto gremial que motivó, la insensated de que los funcionarios bancarios en conflicto, terminamos siendo "militarizados por decreto".
Podría abundar mucho sobre diversos aspectos de ese tiempo, pero me quiero concentrar en la evolución conceptual que sentí, cuando después de once años, teniendo la conciencia tranquila de haber acompañado a mis amigos y compañeros del Banco, en esas instancias tan difíciles y complejas, me tuvo que enfrentar con el "comando militar movilizador que en la Casa Central tutelaba un coronel", cuando resolví renunciar (y por tercera y definitiva vez) al Banco, pero primero debía solicitar mi baja como militar ante él.
Yo ya había puesto en marcha el Estudio Asesor de Empresas, que fue la solución económica de mi vida (pero no de mis más hondos sentimientos, pero esa es otra historia), cuando le expliqué al Coronel mi solicitud de baja, y ante su comentario sobre "si lo había pensado bien", claro no me conocía ese señor, y me dio pie para que yo le contestara: "que de mi vida me ocupaba yo", y terminé formalizando mi baja del ejército, qué tontería, qué injusta constatación, porque como militar movilizado me habían llevado "a prepo" a un cuartel, a donde yo había soñado llegar...
Luego instrumenté mi renuncia voluntaria ante el Banco (también con historias que ya están reflejadas en alguno de mis ensayos) y mis desahogos expresados que liberaron mis presiones ante algún funcionario a quien no quiero nombrar...
Pero un mandato superior y premonitorio, lo supe después, me había apartado de una carrera donde amigos y compañeros míos, llegaron a ser mandos medios militares, cuando fatalmente, jerarcas militares tutelaron el proceso militar que por once años, le pasó por arriba a la institucionalidad uruguaya, ofendiendo a nuestro pueblo..., y desdibujando aquel lejano idealismo de mi niñez y mi primera juventud.
Lo he meditado y estoy convencido, los dictadores se mantienen como tales, porque cuentan con el respaldo de la fuerza militar que los sostienen, y en el caso del Uruguay, porque justamente esos mandos medios no reaccionaron a mi modo de ver, como correspondía a sus juramentos, y a los legados recibidos de nuestra historia...
Hubo muchos acontecimientos de ese tiempo, en los que el pueblo luchó denodadamente, las amas de casa con sus caceroladas, la movilización de los gremios, la iglesia, todos en común unión hasta desalojar a los dictadores y maltratadores, de la dictadura, como lo fue un antiguo amigo y compañero, ya coronel, que luego fue procesado por torturador... No vale la pena nombrarlo, ya está pagando sus desbordes...
Pero nos dejaron muertos, torturados, desaparecidos, conflictos familiares no resueltos, heridas que están sangrando, todavía..
Hubo en mi vida, Luis, otros aspectos que me han marcado para siempre. Uno especial que no se desdibujó con el paso de los años...
Mi madre murió con veinte años cuando yo tenía veinte meses.
Mi padre sufrió dos golpes tremendos: uno cuando ella murió, enferma. Y otro al día siguiente, cuando su padre, mi abuelo, murió también al enterarse.
Dos tragedias seguidas, y las últimas palabras que pronunció mi madre, fueron: "ya no hay Dios para mí".
Y mi padre las tomó como fueron dichas, sin darse cuenta en ese momento, que las pronunció ahogada, confundida su alma cristiana, sintiendo que se iba..., porque ella y su familia eran creyentes en activo.
Por eso mi padre me inculcó, por su inmenso dolor, no sólo no creer en Dios, sino negándolo en forma recurrente.
Pero en el largo vivir, uno va ajustando sus conceptos, ya es historia conocida por ti, Luis, y ahora proclamo desde el fondo de mi alma, la fe que me han dado y que ha inundado todo el universo de mi ser.
Pero a ella, la madre muerta que tuvo mi vida, al no conocerla, la idealicé, y la mantengo situada como me lo han dicho desde niño, en una estrellita titilante que me hace guiños desde el cielo...
Cuando yo tenía seis años, mi padre se volvió a casar.
Entonces, yo tuve el privilegio de tener dos madres, una muerta y otra viva, porque yo no tuve una madrastra, tuve otra madre y otro hogar para que me regalaran dos hermanos queridos, y una familia multiplicada que me llenó con sus testimonios de Amor.
Sí de Amor, el que todo lo puede, el que ningún imperio podrá vencer, y que nos brinda el modelo para una vida con verdadero sentido, que nos conduzca al fin, a conquistar nuestro destino...
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