domingo, 3 de marzo de 2019

EL DEPORTE, ESPEJO DE LA VIDA...

Como no he de darme por vencido nunca, si siquiera participando en el más inocente juego, comparto este aporte que me sale del alma.

Por ello es que proclamo que no hay partida ni partido, que yo renuncie a "pelear" hasta el último minuto de la contienda, y "en el buen sentido" ganarle siempre a la claudicación que nos lleva a "bajar la guardia", para que nos vapuleen, porque los rivales se agrandan cuando no nos defendemos...

Son muy difíciles los enfrentamientos, si a ellos se acude "ya achicados", como si comenzáramos perdiendo desde el pique por uno a cero, temiendo al contrincante, o a otras circunstancias que puedan influir en el resultado final de la contienda.

Una actitud responsable debe primar, para mantenernos alertas y vigilantes, asumiendo que hay que atacar pero también defender, sabiendo que presionará la tribuna, que los árbitros se puedan equivocar, que la casualidad (en la que no creo mucho por no decir nada) también pueda influir, que "el viento en contra" sople al hacerse presente, que el sol o las luces encandilen, que cometamos el error de subestimar al rival, que "los intereses creados" con sus miserias puedan perturbar la dignidad del encuentro, que, en definitiva, sea como en la vida, el canto final de victoria de la superación, el amor propio, y la entrega total...

Y ahora en el fútbol aparece el VAR, que bienvenido sea ese recurso de la tecnología, si a impartir justicia favorece, en situaciones en el que el ojo humano no se suficiente o el perfil visual no permita captar la realidad que se cuestiona.

Hay otro rival, "nosotros mismos", enemigo cuando está cargado de negaciones, a vencer en primer lugar, para que no nos quede grande la camiseta que debemos transpirar y así legitimar el intento de la conquista...

Tanto debemos transpirarla, hasta el límite de que se nos quede, empapada, pegada al alma...

Y hay otro rival más, intangible pero pesa, y es la posición que se ocupa en la tabla, que no es aconsejable desdeñar, al saber que suelen haber revanchas, esperanzas, oportunidades para recuperar punto y posiciones que nos permitan multiplicarnos, porque una etapa no es el final de la competencia, es "cerrar y vamos" convencidos a concentrarnos en el siguiente desafío...

Entonces, son muchos los rivales que siempre tendremos por delante, y a todos hay que superar...

Y si algo todavía pudiese faltar, también hay que estar por encima de los "juegos sucios y amaños"..., que a veces se presentan quitándole dignidad al deporte.

El punto clave es no conformarse nunca, porque un gol no es ventaja suficiente, hay que perforar las redes si es preciso muchas veces con condundencia, para lograr holgura en la ventaja y que sea tal, " que le pase por arriba" a todas las eventualidades en contra que se puedan presentar, porque "jugando bien" nos pueden derrotar las circunstancias injustas...

Y lo peor que nos puede pasar es "ir a llorar al vestuario o al cuartito", da igual, al quedar anclados en las quejas que nunca resuelven nada, o conformarse con mantener la categoría, o quedar en el medio de la tabla, o festejar los empates aunque sumen algún punto...

Lo que no se debe perder nunca es la rebeldía, justamente, porque lo que no puntúa es perder, lo que agravia es no darlo todo por una causa y mucho, pero mucho más, cuando se es vidriera, modelo a seguir y se ha llegado a ganar tanto dinero en ese nivel alcanzado, que resulta impensable y hasta incomprendido, pues algunos llegan a ingresar fortunas en apenas un mes, cuando el común denominador de sus semejantes, no lo logran en el transcurso de toda una vida...

Pero así es el mercado, así es el deporte pasión de multitudes que financian y vibran, detrás de los que algunos conceptúan como un "sentimiento...", por el que en tantos casos, tantos seres equivocados como "los ultras" dejan a un lado con sus excesos violentos, la prudencia y sus conductas..., hasta llegar al inaceptable extremo de que muchos no puedan festejar un gol o concurrir en familia a un estadio, por los serios riesgos a que puedan exponerse..., y eso no puede ser, por incalificables actitudes de los enajenados...

Yo siento por el fútbol por ejemplo, gran atracción, lo practiqué desde niño con la pelota de trapo primero, luego con la de goma, y la de cuero después, en las calles de mi barrio, en los campitos de entonces, y en las canchas grandes más tarde, integrando equipos y selecciones que acompasaron mi vivir, hasta que mis tobillos dijeron "no va más..."

Pero ello no significa que pueda silenciar conceptos válidos en cualquier vestuario, certezas que viven conmigo, y otros con los que mi naturaleza y mi razón, denuncian, porque no los comparto, ni los puedo justificar...

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