viernes, 7 de septiembre de 2018

EL RESPLANDOR DE LA SENCILLEZ...

Hay materias cuyos cursos formalmente no se dictan, se aprenden a lo largo del vivir al precio de sangre, sudor, y lágrimas...

Los seres bien plantados, los que no se quejan nunca, a los que les resbalan las soberbias, las mezquindades, las tonterías y las ambiciones desmedidas, para que jamás puedan hacerle mella alguna al universo de su ser, saben bien que la dura tarea de forjarse solamente cesa, cuando les alcanza el último suspiro...

Hay un aura que se va cimentando con aprendizajes en las aulas a la intemperie de la universidad de la vida,, transpirando la existencia a cielo abierto, en el exigente escenario del convivir, que van quedando grabados a fuego como marcas singulares e imborrables que definen al ser, con la auténtica Verdad que han conquistado...

Los verdaderos auténticos, no necesitan ambigüedades, ni fingimientos, tampoco ostentaciones de especie alguna. 

Es más, es desde la sencilla humildad que fluyen los resplandores que ponen al descubierto las falsedades de tantos con las que no llegan muy lejos, que les obstaculizan la aproximación a un destino que no podrán alcanzar porque más pronto que tarde se les descubre, y se les diluye la careta engañosa de las apariencias que suelen "vender" porque no tienen legítimo sustento...

Sangre, sudor y lágrimas, sacrificios y desprendimientos, se van desgranando mientras caminamos el desierto de la vida, convencidos de que es el coraje sin renuncios el que nos impulsa siempre hacia adelante en pos de la meta, que es un destino hacia al que paso a paso nos iremos aproximándonos, por haber procesado la profundidad conceptual de que el vehículo del amor es el único que nos puede llevar a la gloria de parcelas sin tiempo, por estar repletas de eternidad...




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