Nunca he de saber en un momento preciso, qué es lo que pueda estar disponiendo La Providencia respecto a las circunstancias que tengan relación con todo aquello que sea el centro de mis mayores desvelos.
Puedo desearlo, suplicarlo, intuirlo, pero tengo plena conciencia que sus razones y sus caminos, pueden no coincidir con los míos..., por la sencilla razón de no ser merecedor de mis deseos, no percibir que el sentido de mis súplicas puede no ser lo más acertado, o que mi intuición no sea tan poderosa como para dominar el imán de las circunstancias, todo lo cual dependerá siempre, de lo que se disponga en otra dimensión y no en la fragilidad de nuestra existencia temporal...
Pobre de aquellos que confundidos, puedan llegar a creer que están por encima de la voluntad del Creador, del milagro divino que está subyacente en el universo, del que el hombre es apenas, una insignificante partícula cuántica al vaivén de transformaciones constantes, en medio de un infinito insondable...
Está muy bien cultivarse, intentar levantar vuelo, emanciparse responsablemente, sentir que podamos mover circunstancias creando o recreando energías renovadoras, controlando nuestro ser, zafar de las mediocridades que perturben nuestra elevación, dominar los fantasmas del miedo, adoptar actitudes que dominen sufrimientos y tiren de las riendas de nuestras debilidades, tener conciencia de las maravillas que nos han dado (gratuitamente) y por amor junto con la vida, pero lo que no podemos hacer es engañarnos o mentirnos que es lo mismo, porque luego, irremediablemente, le mentiremos a nuestros semejantes...
Justamente, porque al apartarnos con soberbia o sobrevalorándonos, del Amor y la Verdad, nos estaremos negando...
No estaremos devolviendo todo cuanto se nos ha dado y nos han permitido forjar en nosotros, en la insoslayable tarea de compartir, abrir surcos, regarlos, en la interminable tarea de ser útiles a los demás, y fieles al programa que La Providencia espera de nosotros, como rol, como misión, como peregrinos portadores de una luz que no es nuestra, la que se nos ha dado para que seamos luciérnagas, resplandores...
Para que gastemos sandalias y mamelucos en la noble misión de darnos por cuantas tinieblas hay en la faz de la tierra.., o laberintos poblados de miserias, aunque sea para rescatar a un perdido que no tuvo o no quiso asirse de una tabla que flotaba a su lado para su salvación..., o poniendo en marcha otra vez a un caído claudicante cuando ya no tenía ni fuerzas para llorar...
Cada uno con lo que esté a su alcance, pero ocupando una trinchera, o subido el ring en el que le toque pelear la vida, suficientemente preparado para hacerle esquives a los golpes que vendrán, porque nunca hay que olvidar que más le pegan a quienes no luchan..., a quienes no se saben defender, a quienes muestran sus miedos, para que crezcan los cobardes que los vapulearán...
Hay reservas más allá de lo humano..., permitamos que afloren desde el alma...