domingo, 16 de agosto de 2015

Caprichos insensatos...

La mera existencia no legitima una vida plena para el hombre, a quien se le ha dado un potencial inmenso y tantas veces lo derrocha, justamente, cuando pierde la libertad y se sumerge en las sombras que le impiden alcanzar horizontes con nuevos resplandores.
 
De ese modo se adormecen las potencias, se va secando el lago interior al no cobrar vida verdadera por la anquilosis que todo lo perturba, hasta convertirse en esclavos sin norte, prisioneros que no tendrán alas para volar como los pájaros, porque se han negado el legítimo derecho de superación al ponerle un aplastante techo a sus esperanzas...
 
Se trata entones de limar con determinación los barrotes de su propio encierro, al no desafiarse en cada amanecer e ir a la búsqueda de los atajos que les permita salir de la oscura y enmarañada selva que los aprisiona, y entender que no deben seguir mintiéndose para luego mentir, culpar a quienes los rodean, descalificar a quienes les expresan cuanto no desean oír,  indiferentes al dolor de los que por ellos sufren la desesperanza de su propio exterminio.

Pasan por la vida, pero no alcanzan ni siquiera a rozar la plenitud que está allí al alcance de quienes tienen que conquistar la verdadera vida sin apartarse de la Verdad que a todos nos subyace, más allá de que no reconozcamos que no hay determinismos para el destino de cada quien, sino una constante aproximación hacia el momento del atardecer de la vida en el que se nos juzgará por la dosis de amor que hayamos dado o negado.

Cada quien tiene la plena libertad de elegir su camino, o quedar a merced de caprichos insensatos...

 

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