Todos tenemos la obligación de responder, no por nuestras ideas políticas ni por nuestras inclinaciones religiosas, filosóficas, culturales, económicas, étnicas, históricas, sino por nuestros actos, que nunca serán legítimamente válidos si los concretamos "de cualquier modo...", ignorando los límites que nos hemos dado con normas constitucionales, y normativas legales vigentes, que regulan la convivencia de los colectivos sociales que integramos...
"De cualquier modo, nada...", y mucho menos todavía, ignorando las sentencias de los Tribunales legítimamente constituidos, y anunciando desafíos de desobediencia e incumplimientos que no se deberían tolerar...
Ante este panorama, se espera la próxima sentencia a los gobernantes separatistas privados de libertad, que de algún modo puede alcanzar también al gobernante huido de la justicia, a otros que han tomado distancia en el exilio, y al gobernante que siguiendo las posturas de su mentor reitera actos incomprensibles, no por sus ideas, lo reitero porque no son las ideas las que están bajo la lupa judicial, sino por la forma insolente de expresar y ejecutar, sembrando odios y rencores, rupturas sociales, conflictos económicos, violencias inesperadas que ahora asoman hasta con visos de terror...
Por haberlo encarado "de cualquier modo...", sin medir consecuencias, intuyo que para nada estamos en el fin de un descalabro mayúsculo..., porque esto que viene de lejos contra España y los españoles por ellos descalificados, recién empieza, y se puede transformar en una escalada de violencias no sólo contra la unidad que los españoles se han dado, sino con el riesgo en vidas de inocentes, por la situación confusa y sumamente convulsa que han creado, y la insensata determinación, casi una amenaza, de no frenar un ápice la forma de llevar a cabo su ceguera separatista...
Les faltó el sereno análisis de medir la injusticia de que unos "pocos", no pueden atropellar sobre algo que "todos los españoles se han dado..."
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