A todos nos dan la maravilla de la vida con potencias singulares a desarrollar.
Pero no todos las aprovechamos, no todos nos orientamos hacia los semejantes que más nos necesitan.
A Nelson Mandela lo llamaron desde lo alto porque supo buscar horizontes nuevos, para revestirlo de la gloria que se conquistó por sus luchas, sus ideales de igualdad, su grandeza que no le permitió odios ni rencores luego de los injustos castigos e incomprensiones que soportó.
Entregó su existencia para defender causas justas, frente a las discriminaciones que soportó su raza y se constituyó en puente de reconciliación, incluso para gente que peleó defendiendo su piel negra por senderos equivocados...
Sufrió mucho, pero no le cobró a nadie las heridas que arrastró en su largo vivir, más que nada las interiores, las que no se ven que suelen ser las que más duelen, por haber asumido ese precio que al fin le abrió los espacios a su magistral postura que hoy es reconocida por el mundo entero.
Yo me sumo al dolor de su partida, implorando la paz para su alma junto a todos los que enarbolan la bandera de justicia, equidad y libertad para su gente, pues juntos recordándolo, lo mantendremos con vida...
Ocurrirá así, porque no será olvidado y su singularidad se proyectará a las nuevas generaciones que sabrán de qué modo la gloria iluminará su alma...
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