Se trata de un nuevo aporte, otro libro en el que estoy planteando otras formas de recalcar que jamás tendríamos que claudicar, como forma de testimoniar que a la vida no la podemos desaprovechar viviéndola superficialmente, abrazados a lo superfluo, a lo que no tiene sentido, al abandono, a las quejas, a esas vanalidades que nos apartan de lo esencial...
Me lo enseñó la vida, la larga vida que estoy viviendo, y me lo inspiró un viejo mendigo, "un anciano que sabía la manera de pedir..." y que justamente por ello, al ver a un niño de piel negra mendigando en uno de esos lugares donde "nada saben del dolor...", lo apartó en un intento hacia la esperanza, con la que apostó que podía salvarlo de esa postura mendicante que cobija tantos fracasos.
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